Antes de que llegaras by Lisa Wingate

Antes de que llegaras by Lisa Wingate

autor:Lisa Wingate [Wingate, Lisa]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Intriga
editor: ePubLibre
publicado: 2017-04-01T04:00:00+00:00


Cuando el mirlo en primavera

en el sauce

se meció, le oí cantar.

Cantaba Aura Lee.

Aura Lee, Aura Lee,

doncella de pelo dorado.

Contigo llega el sol…

Estoy tan absorta en la canción que ni siquiera oigo abrirse la puerta del sótano hasta que no gira el pomo. Me levanto de un salto y veo que ya es por la mañana. Hilillos de sol se cuelan entre las azaleas y entran oblicuos en la habitación.

En el rincón, Fern se está levantando del orinal y subiéndose las bragas. Después de anoche quizá está demasiado asustada para volver a mojar la cama.

—Buena chica —le susurro y me apresuro a hacer la cama.

—No hace falta. Hoy no vais a ninguna parte.

La voz desde la puerta no es la de la señorita Dodd, sino la de la señora Murphy. Me golpea como un látigo y me estremezco entera. Nunca había bajado aquí.

—¡Cómo te atreves! —Tensa la boca de manera que los pómulos sobresalen. El aire sale siseando por entre sus dientes torcidos. Da tres pasos y me coge del pelo—. ¿Cómo te atreves a usar mi hospitalidad, mi bondad, para contar mentiras sobre mí? ¿De verdad pensabas que esa palurda, esa inútil, te iba a ayudar? Por supuesto que es tan tonta como para creerse tus mentiras. Pero lo que has hecho le ha costado el empleo y la señorita Tann pronto estará recogiendo a los hermanitos y hermanitas Dodd. Los hemos denunciado a la Agencia del Bienestar del condado de Shelby y ya han empezado con el papeleo. ¿Es eso lo que querías? ¿Es eso lo que tenías en mente cuando le llenaste la cabeza de cuentos espeluznantes sobre el pobre señor Riggs? ¡Que es primo mío, nada menos! ¡Mi primo, que limpia la porquería que dejáis en el jardín vosotros, sanguijuelas, y os arregla los juguetes y cuida de la caldera para que sus queridos pequeñines no se acatarren en las noches frías! —Mira con una mueca de odio a Fern, que se ha pegado todo lo que puede al rincón.

—Yo… no…

¿Qué puedo hacer? ¿Dónde puedo ir? Podría intentar escapar y correr hacia la puerta, pero tiene a Fern.

—No te molestes en negarlo. Debería darte vergüenza. ¡Vergüenza! Haber contado semejantes mentiras. Os he dado mucho más de lo que merecéis, escoria del río. Veremos qué tal estás cuando hayas pasado un tiempo a solas y reflexiones sobre lo equivocado de tu comportamiento. —Me empuja con fuerza y caigo de espaldas en el catre. Antes de que pueda levantarme, coge a Fern.

Mi hermana aúlla y trata de agarrarse a mí.

—¡No! —grito poniéndome de pie—. ¡Le está haciendo daño!

—Tienes suerte de que no le haga nada peor. Igual debería pagar ella por tus faltas. —La señora Murphy me da un empujón para apartarme de su camino—. Como me sigas dando problemas, lo haré.

Quiero pelear, pero me contengo. Sé que si lo hago solo perjudicaré a Fern.

—Pórtate bien —le digo a mi hermanita—. Sé buena chica.

Lo último que veo son sus pies deslizándose por la carbonilla mientras la señora Murphy la arrastra hacia la puerta.



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